Duración de las impros
¿Qué tiene en común las improvisaciones "El Banquete", "¡A nosotros dos!", "El Gendarme y el Niño" y "Nueva York; Realidad o Ilusión"? Todas son improvisaciones que se incluyen en la categoría de improvisaciones largas. Se hicieron respectivamente en veinte, dieciséis, doce y nueve minutos. Por otra parte tienen la particularidad de formar parte de los momentos que uno más recuerda.
La temporada pasada, en la semi-final, la improvisación de 17 minutos entre Patrice Coquereau y Simon Boudreau ("Una cara interesante") hizo las delicias de los asistentes y sola ella justificó la asistencia al match, según algunos testimonios recogidos. ¡Uno todavía habla de ella!
Más de nueve mil improvisaciones diferentes fueron jugadas, hasta la fecha, en los partidos organizados por la LNI. La mayoría de ellas no dejó ningún rastro en nuestras memorias, simplemente porque no merecieron estar allí, porque no llegaron a ser un "momento teatral" cuando fueron creadas. Es totalmente normal. Uno no puede pretender que todas las improvisaciones lo sean.
La duración de una improvisación influencia directamente en su "escritura", aunque los jugadores siguen siendo fundamentalmente los responsables de la calidad de esta escritura. Las improvisaciones de 3, 4 o 5 minutos raramente permiten tener el tiempo necesario para escribirlas bien, porque los jugadores son detenidos en medio de su embestida, en las impros más largas, los que se van a convertir en buenos momentos, se consiguen a menudo después de 3, 4 o 5 minutos de ondulación, negociación y reconocimiento entre los protagonistas. Es solo después de un cierto momento que "despegan" para llevarnos al séptimo cielo.
Admito que cuando no despegan, ¡una impro larga es dolorosa! Una impro mala y corta es mucho más fácil de soportar que una larga, porque al menos el final llega sin sufrir demasiado. Pero aquí está el precio que se pagarán, el riesgo de perder el privilegio de asistir, en un momento dado, a la creación pura y espontánea de un maravilloso momento del teatro.
Las improvisaciones muy cortas, esas de 30 segundos o 1 minuto, producen a menudo un buen efecto cuando se llevan bien, tienen remate y están bien escritas. Son como caricaturas, cuando están bien hechas tienen éxito y valen un largo editorial. De hecho, son las imágenes, los flashs, los conceptos que, cuando son brillantes, se convierten absoluta y simplemente de placeres puros. Pero no es fácil hacer "improvisaciones cortas".
Y del número de jugadores...
Volvamos a las improvisaciones largas de las que hablaba al principio. Tienen otra cosa en común: fueron jugados 1 contra 1 (o solo, en el caso de la comparada de Roberto Lepage). Incluso habiendo anunciado jugadores ilimitados; se logró ese famoso banquete que hicieron juntos, el 24 de octubre del año 80, Denis Bouchard y Robert Gravel, instalando una enorme mesa a lo largo de toda la pista. La primera réplica de Robert Gravel fué: "¡Los otros no vendrán!". El mensaje fue lanzado y Denis Bouchard pudo aflojar y gozar el momento. Él no volvió a ser el mismo después de esta improvisación. De jugador ordinario, pasó a tener una atemorizante seguridad hasta el final de su carrera de improvisador.
La improvisación "Con nosotros dos" reunió a dos jugadores franceses en un momento patético del primer Mundial en 1985. En el período adicional, Éric Métayer tuvo que penetrar forzadamente en una Viviane Marcenaro resuelta y decidida. Tuvo a la chica encima. Como si estuvieran casados.
Pero de las improvisaciones largas de dos jugadores en vez de varios, no se puede hacer un dogma. Un día, les hablaré sobre "historia de una aldea" que puso en escena a los seis jugadores de un mismo equipo durante doce minutos. Pero quizás usted la recuerda...