Competencia y ética en el Match de Improvisación
Por Ricardo Behrens (Director de la LPI)

Competencia y ética desde la experiencia Argentina

El Match de Improvisación en la experiencia Argentina

Es importantísimo la formación y crecimiento de una Liga de Improvisación con equipos competitivos. Este es el nuevo enfoque que necesita el Match en Argentina. Para esto es necesario tener en cuenta las dificultades éticas que nos transmiten las Ligas profesionales que tienen gran experiencia en competencia de Match de acuerdo al reglamento. Si nos centramos en estos aspectos (básicos del juego) para iniciar nuestra actividad, evitaremos errores que se cometerían si los ignoramos. Coincidimos en un todo con lo expuesto por Jean-Marc Lavergne, que considera que en algunos casos es confusa la incorporación de jugadorres a una improvisación ya empezada y que es necesario para que el espectáculo sea realmente interesante una comprensión y un compromiso profundo con el espíritu del juego y que esta responsabilidad no se le asigne solo al árbitro. La competencia bien entendida tiene un rol fundamental.

En una improvisación comparada o en un grupo de improvisación que realiza un espectáculo en el cual conforma en escena un solo equipo, no encontramos ningún problema de competencia. No hay nadie que gane ni nadie que pierda, hay solo un grupo de personas realizando una exhibición de improvisación. Diferente es en un juego de Match clásico en el cual los dos equipos que confrontan quieren quedarse con cada punto y con el partido. Triste sería participar de cualquier encuentro deportivo sin este afán. El Match nos dice (como decía Robert Gravel): ¡yo soy un jugador, y quiero ganar! Si nadie quiere ganar y nadie quiere perder el propio planteo del juego carece de interés, y no creo que haya discusión a esta altura sobre la base deportiva que sustenta un Match.

El punto es ¿cómo se quiere ganar? ¿de cualquier manera? Ahí esta la clave. Robert Gravel comparaba al jugador de Match con un ajedrecista. El ajedrecista quiere ganar el partido, pero no quiere ganar robándole las piezas a su contrincante cuando este se distrae... Quiere ganar a través de una serie de movimientos brillantes e irreprochables que den a su adversario jaque y mate. Ahí está el perfecto resumen del asunto. El caso del ajedrez es un buen ejemplo, pero quizás sus reglas son bien claras y su interpretación casi única, lo cual no sucede muchas veces con un hecho artístico. Pero si pensamos en la actitud del jugador, es un ejemplo excelente. A un ajedrecista jamás se le ocurriría ganar de esa manera y se sentiría ofendido si se sugiere que ganó "haciendo trampa". Sería un golpe a su inteligencia. Debería suceder lo mismo con un jugador de Match.